Hoy, en Mi Ciudad hace un día de otoño soleado, muy tranquilo y molón. Se parece a aquellos días hace 25 años, cuando empecé a jugar al rol de mesa...
La historia es muy simple, todo empezó allá por 1997 cuando me compraron (yo no tenía ni un duro) el juego de PC de Magic El Encuentro. Si no recuerdo mal, mi hermano ya había comprado algunas cartas allá en el otoño de ese año. Y en esas Navidades trajo un mazo de la colección Espejismo, y un número de Ah! Mi Diosa, un manga de aquellos tiempos. Antes de 1997 todo era campo: no había ningún manga (aunque también - algún número suelto de Candy Candy, edición de los 80, por Bruguera), al menos en serio, ni había ninguna frikez que no fuera literatura fantástica: Dragonlance, El Valle del Viento Helado, El Señor de los Anillos, lo que fuera. Lo único levemente cercano al rol fue el Heroquest, que me regalaron en unas Navidades, creo yo, allá por 1991, para que jugase toda la familia (menos mi padre).
Hago un inciso para recordar una anécdota un tanto cutre, pero para que veáis cómo me las gasto: mi madre quería comprarnos un día, fecha indeterminada, sería antes de 1995, libros para que leyéramos como personas de bien. Mi hermano, que es un listillo, quería llevarse su parte y la mía. Quería que con mi parte, comprara la trilogía de El Señor de los Anillos; yo entonces no sabía nada de ello, e incluso con el tiempo, al ver que Tolkien había nacido en Sudáfrica, pensé que hablaría de mitos en plan africano; todavía no conocía al glorioso Imperio Británico. Pero yo me dije, "lo llevas claro", y pedí a mi madre la primera trilogía que llamaba la atención que andaba por allí, que resultó ser "La piedra del poder" de Wolfgang Hohlbein. Evidentemente, esto fue una mala decisión además de improvisada. Es una lectura normalita, las cosas como son, pero es muy friki.
En fin, lo primero que hice como friki de pleno derecho fue aprender a jugar a Magic, y mal no me fue. Si tal otro día hablamos de la historia al completo, o lo que recuerdo. Ahora vamos con el rol. De Magic saltamos a lo japonés, de lo cual había una asociación local. En 1998 nos aventuramos a ir, pero he aquí que esa asociación vivía tiempos turbulentos, y la mayoría de la gente salió a escape un tiempo después. Sin embargo, por hache o por be conseguimos hacer amigos de nuestra edad allí, así como algunos más mayores, y al ver lo inevitable de la situación, decidimos irnos por nuestra cuenta y montar un grupo de rol. La idea, como siempre, se plantea de forma inocente, pero yo sabía que era una buena oportunidad para sacarle brillo a mi adolescencia. En este caso, ni mi hermano ni yo seríamos los masters, puesto que al menos yo lo único que sabía de D&D (el juego elegido, evidentemente) era lo que veía en la pantalla de nuestro Pentium, con juegos como Ravenloft 2 o Baldur's Gate, que llegó a nuestras manos desde el grupo con el que jugábamos a Magic, y que también se estaba descomponiendo en 1999. Ese año, definitivamente, me las dieron todas en un papo.
Total, que era otoño del año 1999 y empecé a jugar a D&D. El master era un amigo nuestro de la asociación, muy cabrón incluso fuera de las mesas. Recuerdo que me dijo que mi primera interpretación fue cutre. Bueno, "¿y a quién esperaban?" Curiosamente, las palabras las dirigí a una chica jugadora, que más tarde abandonaría el grupo para aventurarse en horizontes más prometedores, o eso espero.
Al parecer parte del grupo venía de partidas anteriores, así que para no complicarme creando mi primer personaje, el master me cedió uno de los suyos, un hombre gato samurai llamado "Miau Himura" (-_-). Para hacerlo más fácil de jugar, le casqué un alineamiento Legal Bueno y lo jugué en plan caballero, pero demasiado ingenuo o para qué lo vamos a negar, Legal Estúpido. Ese alineamiento era bastante opuesto a lo que pretendía hacer mi amigo originalmente... un pieza este hombre. El personaje era simplón a más no poder: de tipo guerrero, de los de Segunda Edición de AD&D, "ataco a X". Aun así, como era generoso, vivió unas cuantas partidas, aunque no recuerdo cómo murió, ignominiosamente, seguro. Era Segunda Edición, y este master no era precisamente un canguro con los jugadores. ¿Y por qué era hombre gato? Porque en aquella época, la gente se dedicaba a ignorar la regla que limitaba el avance en nivel de los personajes semihumanos, así que la principal ventaja de la raza humana se iba al guano. Por lo tanto, todos a jugar cualquier cosa que no fuese humano. Aunque daba un poco igual, porque primero tenías que llevar a tu personaje a nivel alto para que importase. Pero claro, nos hacíamos los bichos pensando en que viviesen, no era cuestión de escatimar.
Todavía recuerdo mi primer dungeon que jugué en esas partidas, entonces en las dependencias de lo que quedaba de la asociación; aún sigue en el registro regional de asociaciones, pero sólo quedan los escombros. Era una especie de árbol gigante, hueco, con bichos en plan zombi o algo así; me pareció un despropósito, marca de la casa de este master, que apañaba las cosas sin miramientos y al vuelo.
También recuerdo viajar por el bosque, hacer el amago de visitar la isla élfica de Siempreunidos (supuestamente estaríamos jugando en los Reinos Olvidados, a pesar de que mi raza era inventada y era años antes de que supiese algo sobre Kara-Tur), discusiones en una posada con un PNJ que nos acompañaba, y también que la partida viró en unas semanas a investigar unos asesinatos en una ciudad (que creo que era el plato fuerte de lo que estábamos jugando), con un "dungeon" con placas de presión incluido.
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