En 1979 Michael Ende terminaría uno de los libros más especiales que uno se puede encontrar. Con reminiscencias de la alquimia y otros saberes arcanos, pero sobre todo con grandes dosis de buena fantasía y mensaje humanista, "La Historia Interminable" se convertiría rápido en un éxito de ventas entre el público, juvenil y no tanto.
Cualquiera que haya leído el libro sonreirá al recordar los 30 años que lleva ya con nosotros. Si no es así, seguramente os preguntaréis qué tiene de especial. Bueno, ya sé que estamos en un país algo rarito para algunas cosas y es que muchos productos se suelen descartar alegremente como "cosa de niños". Yo la verdad, no recomendaría dar a leer este libro a un niño pequeño, pues yo mismo puedo atestiguar que lo intenté leer a una edad demasiado temprana y no avancé demasiado. La edad ideal para descubrirlo, quizás, es la misma que presentan los protagonistas, en torno a los 11-12 años, cuando se empieza a formar la personalidad y se tiene un primer e ingenuo conocimiento del mundo. A partir de ahí, no está de más cogerlo otra vez de vez en cuando para saborear mejor todo lo que se quiere transmitir.
Sus páginas encierran mil y una ideas y tantas otras aventuras. Los principales anhelos de las personas -la amistad, la autorrealización, y finalmente, el amor- son cubiertos desde la perspectiva de Bastián, un chaval poca cosa, casi podríamos decir que vulgar, pero también con sus propias virtudes muy destacables. Él vivirá una experiencia que le cambiará para siempre.
Y es que, tal y como te cuentan en la novela, el mundo fantástico de los sueños y nuestra (a veces dura) realidad están intrínsecamente unidos, y tanto pueden destruirse el uno al otro, como apoyarse mutuamente para salvarse juntos.
Amigoestrellas: * * * * *
Cualquiera que haya leído el libro sonreirá al recordar los 30 años que lleva ya con nosotros. Si no es así, seguramente os preguntaréis qué tiene de especial. Bueno, ya sé que estamos en un país algo rarito para algunas cosas y es que muchos productos se suelen descartar alegremente como "cosa de niños". Yo la verdad, no recomendaría dar a leer este libro a un niño pequeño, pues yo mismo puedo atestiguar que lo intenté leer a una edad demasiado temprana y no avancé demasiado. La edad ideal para descubrirlo, quizás, es la misma que presentan los protagonistas, en torno a los 11-12 años, cuando se empieza a formar la personalidad y se tiene un primer e ingenuo conocimiento del mundo. A partir de ahí, no está de más cogerlo otra vez de vez en cuando para saborear mejor todo lo que se quiere transmitir.
Sus páginas encierran mil y una ideas y tantas otras aventuras. Los principales anhelos de las personas -la amistad, la autorrealización, y finalmente, el amor- son cubiertos desde la perspectiva de Bastián, un chaval poca cosa, casi podríamos decir que vulgar, pero también con sus propias virtudes muy destacables. Él vivirá una experiencia que le cambiará para siempre.
Y es que, tal y como te cuentan en la novela, el mundo fantástico de los sueños y nuestra (a veces dura) realidad están intrínsecamente unidos, y tanto pueden destruirse el uno al otro, como apoyarse mutuamente para salvarse juntos.
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